El ocultismo se refiere a las cosas que están escondidas, veladas, que son esotéricas o misteriosas.
Para quienes practican el ocultismo, este representa la interferencia con la naturaleza física mediante el uso del conocimiento escondido (gnosis)
Esto se logra mediante prácticas no convencionales, entre las que se encuentran recitar fórmulas, la gesticulación, la mezcla de elementos incompatibles, los hechizos para curar o ceremonias secretas que intentan alterar la naturaleza física.
Pero, ¿qué es el conocimiento escondido?, según los ocultistas, es la fuerza que sustenta el universo y solo se obtiene a través de la comunicación secreta con dicha fuerza.
La pregunta crucial es: ¿De quién es esta fuerza, de Dios o del diablo, o del universo?
Todo depende del tipo de fuerza que quiera invocar la persona.
Pero algo sí es cierto sobre la fuerza del ocultismo, esa fuerza NO viene del Dios del cielo, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Para quienes incursionan en lo oculto, esas actividades las consideran inofensivas y fascinantes, y una verdadera fuente de conocimiento.
Sin embargo, para los cristianos, la amplia gama de prácticas que conforman el ocultismo es destructiva y representa una amenaza para el espíritu.
Para los que creen en Cristo, la alquimia, la astrología, las runas, los cristales y las bolas de cristal, la adivinación, la rabdomancia, la percepción extrasensorial, los adivinos, los horóscopos, el I Ching, la levitación, la tabla Ouija, el paganismo, la lectura de las palmas de las manos, lo paranormal, la adivinación con péndulo, los fenomenos parapsicologicos, las lecturas de las cartas del Tarot, el abuso ritual, el satanismo, las sesiones espiritistas, las sociedades secretas, la hechicería, el espiritismo en general, la comunicación con los espíritus de los muertos, la Wicca (llamada magia blanca) y la magia negra son de naturaleza profundamente maligna.
El alcance de las prácticas ocultistas es universal. Y si Satanás no puede impedirle que usted conozca a Cristo, tratará de retenernos atrayendonos hacia el engaño. Satanás es padre de la mentira (Juan 8:44) es tentador (Mateo 4:1; Apocalipsis 12:9) y tratará de devorar las almas humanas posibles con tal que no obedezcan el evangelio.
Pero, ¿a qué se debe el interés de las personas por lo oculto? En primer lugar se debe a la floja enseñanza Bíblica de parte de las iglesias. Estas se enfocan ahora más en lo material que en lo espiritual. Y cuando eso sucede, el vacío espiritual que se produce atrae a la gente a recurrir al ocultismo para sentirse satisfecha y les abre de par en par la puerta a las prácticas ocultistas.
En segundo lugar, existe gran misterio en torno al ocultismo que apela a nuestra curiosidad. Con la idea de que esta práctica es inofensiva, muchos profundizan más y más, hasta que no pueden desprenderse sin malas consecuencias.
En tercer lugar, todos deseamos tener respuestas definitivas para las cuestiones básicas de la vida, y el ocultismo ofrece una especie de ‘realidad’ al proporcionar dichas respuestas. Lo cierto es que las prácticas ocultistas son una falsificación del poder de Dios y, en ese sentido, revelan algunas cosas asombrosas, pero que no son la verdad definitiva.
Muchas veces, existe una falsificación deliberada en el campo lucrativo del ocultismo. En pocas palabras, se gana dinero. Además existen datos inexactos. Ya que cuando una persona descubre una teoría fascinante, casi siempre deja de preocuparse por los hechos reales.
También existe la automanipulación. Algunos creen cualquier cosa que quieran, si eso se adapta a lo que ellos desean.
La Biblia, enseña que hay un mundo espiritual peligroso y engañoso que distorsiona la realidad y arruina la vida de los seres humanos.
Más allá del fraude descarado del ocultismo; todos los cristianos deben de saber que el ocultismo o lo paranormal es una realidad aunque engañoso (Gálatas 5:19-20).
La Biblia no deja dudas en cuanto a que es real.
En 1 de Juan 3: 8 dice: “El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el HIjo de Dios, para deshacer las obras del diablo”.
De modo que cuando participamos en el ocultismo, participamos en las obras del diablo, y esto puede llevarnos a serios desenlaces espirituales y psicológicos, debemos recordar que la Biblia denuncia todas las prácticas ocultas (Deuteronomio 18:9-14; Hechos 13:6-12).
El camino al ocultismo es ancho y siempre es destructivo. Pero el camino de Cristo es estrecho, pero siempre conduce a la vida eterna.
[Adaptado por Eliezer Pérez]