"la responsabilidad de ser un buen cristiano no recae sobre Dios, sino sobre nosotros mismos"
¿Sabías que sin importar si estas soltero o casado en esta vida, estas casado espiritualmente con Jesús?
Cuando lees la carta a los Romanos en su capítulo siete notaras una analogía tomada del matrimonio. En donde se menciona que si una mujer casada ha quedado viuda, puede volver a casarse; pero si se une a otro hombre mientras su esposo vive sería llamada adultera (Romanos 7:2-3). La relación que el escritor hace se fundamenta en el versículo 4 “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.” (RVR1960).
De la misma manera que la muerte de un cónyugue deja libre al que está en vida, cuando el cristiano pasa por el bautismo muere espiritualmente al pecado y resucita como una nueva criatura (un nuevo ser) y está libre para casarse ahora con Cristo. Y al igual que una boda normal ambas partes hacen” votos”.
Los votos nupciales son promesas entre dos individuos. Pero debemos saber que ya hay cosas de Dios y del Señor Jesús que se mencionan en la Biblia que necesitamos recordar ahora que estamos comprometidos con él:.
Es inevitable pensar que Dios no ha faltado a su palabra. Él ha cumplido su parte. Y de la misma forma nosotros debemos sostener los nuestros. Y si no sabe cómo hacerlo, solo vaya conmigo al libro de Salmos en su capítulo 101. Pero, déjeme advertirle que un voto es una renuncia voluntaria de todo lo que puede perjudicarnos tanto a nosotros como a la persona con quien nos estamos comprometiendo. Lo contrario a eso es simplemente egoísmo.
El Salmos 101 fue escrito por David como gobernante y estos son sus votos como dirigente de una nación, no obstante estos mismos votos aplican a todo cristiano que desea cumplir con Dios. Todos ellos siguen presente y tienen sus desafíos en este mundo:
Estos son solo tres ejemplos de votos que podemos renovar mientras estemos con vida. Nuestra vida no solo ha sido puesta en las manos de Dios, sino que nosotros también somos responsables de ella. Y la responsabilidad de ser un buen cristiano no recae sobre Dios, sino sobre nosotros mismos. Al final, el que se necesita salvarse somos nosotros y no Dios.
¡Dios le bendiga!