La pregunta “¿Por qué Dios se esconde?” no sólo suelen formular ocasionalmente los ateos o los agnósticos que intentan poner en duda la existencia de Dios, sino también algunos creyentes que ya han seguido los pasos del cristianismo.
De modo que esta pregunta entra en la categoría de algunas de las dudas que tienen algunos cristianos.
El escéptico y el desconfiado tal vez pregunten: “¿Hay un Dios?” o “Si Dios existe, ¿cómo podemos saberlo y por qué no se revela de manera más clara?”.
La persona que con ansias busca respuestas quizás diga: “¿Acaso Dios controla el universo?” y si lo hace “¿Le importaran mi vida y mis problemas?”.
En momentos de angustia, muchos se cuestionan sin Dios está cerca y si le interesa lo que en ocasiones nos sucede. Hasta que finalmente, tanto el desconfiado, como el que busca respuestas y el cristiano desconsolado preguntan: “¿Cómo puedo conocer a Dios?”
Una perspectiva bíblica en cuanto al llamado: “ocultamiento de Dios” nos insta a NO llenarnos de ansiedad.
En realidad, Dios sí se revela, pero quizás no lo haga como algunos esperan. En un sentido, es verdad que está oculto a nuestros ojos porque Él es Espiritu, y no lo podemos ver (Juan 4:24). Quedamos insatisfechos al exigir pruebas palpables de la existencia de Dios, y tal vez sea un error requerirlas, porque hace que la fe se vuelva innecesaria.
Además, es posible que Él se oculte deliberadamente para exponer el interior de las personas a fin de atraer aquellos que dispuestos a creer por fe y alejar a quienes lo rechazan y solo buscan pruebas palpables (Deuteronomio 31:17; Isaías 59:2).
No obstante, la promesa bíblica nos alienta diciendo que si buscamos fielmente a Dios lo encontraremos (Jeremías 29:13). Aunque en ciertos aspectos Él está escondido a nuestros ojos físicos, aun así es posible conocerlo; por lo tanto, podemos pedirle que se nos manifieste (Proverbios 8:17; Jeremías 29:13; Mateo 7:7-8).
También podemos buscar y reconocer cómo ha escogido revelarse:
De: Kenneth T. Magnuson