Gestión del Talento

El propósito de este curso dentro del programa de curso por correspondencia Obrero Vocacional de la Iglesia de Cristo es alentarlo a trabajar en equipo y reconocer el potencial que cumplen algunas personas en ciertas funciones dentro de una organización y en nuestro caso: la iglesia.

La iglesia como la describe Pablo en 1 de Corintios 12 es como un “cuerpo” con muchos miembros en donde cada uno cumple una función distinta, pero uno no le puede decir al otro que no le necesita.

“Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a estos vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más decoro. Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.” (1 de Corintios 12: 14- 27).

Por tanto no solo es importante que aprendamos a sobrellevarnos los unos a los otros sino que también veamos la capacidad de algunos hermanos, los pongamos en la tarea adecuada para él y nos gocemos en su trabajo.

Pero antes de colocar a una persona con una responsabilidad por primera vez; por lo menos lo que debemos hacer es orientarle en cómo debe hacerlo y proporcionarle un poco de ayuda en los recursos.

Y a diferencia de la Gestión del Talento humano en una empresa, los miembros de una iglesia no deben competir para ver quién resalta y ocupa el puesto más alto. En cambio todos deben sentirse motivados para servir a Dios sin importar si es parte de los líderes o no.

Normalmente el servicio en la iglesia requiere de voluntad, y esta ha sido una de las partes más difíciles no solo en una iglesia sino también en cualquier organización sin fines de lucro. Pues el esfuerzo y desempeño de la persona no remunera por un pago. En cambio el voluntario debe en la mayoría de los casos poner de sus recursos para ayudar a la iglesia.

Por eso resulta difícil retener a las personas en una entidad sin fines de lucro sino están motivadas. Pero esto es un proceso que va a ocurrir en cualquier lugar. Mientras tanto nosotros debemos proporcionar al menos las condiciones adecuadas tanto en recursos como con el apoyo moral que necesite la persona.

Evangelismo

Para captar personas e integrarlas en la organización se le conoce a este proceso como reclutamiento. Nosotros en el ámbito cristiano le llamamos evangelismo. El evangelismo es un proceso para invitar personas a formar parte de la iglesia. Las técnicas del evangelismo varían, pues pueden ser muchas: yendo por las casas invitando a las personas a estudiar la Biblia, repartiendo folletos por las plazas, invitando a familiares y amigos a la adoración u otra actividad de la Iglesia.

Cuando nosotros leemos el libro de Juan, encontramos que Andrés, fue uno de los discípulos de Juan el Bautista que siguió a Jesús cuando le vio, y después de quedarse en su casa fue y halló a su hermano Simón Pedro diciéndole: “Hemos hallado al Mesías” y le trajo a Jesús (Juan 1:35- 41). Lo mismo hizo Felipe con Natanael, invitándolo a venir y comprobar por sus propios ojos que Jesús era el Mesías (Juan 1: 43-46). Prontamente, Simón y Natanael se convirtieron en discípulos del Señor Jesús. Y desde entonces empezaron a servirle.